Llega una edad en la que la piel del rostro y el cuello empieza a perder tono y volumen. Aparecen entonces los primeros signos de envejecimiento y ptosis del rostro (arrugas, líneas de expresión, sienes hundidas, etc.).
A partir de entonces, la parte inferior de la cara se marca cada vez más, el óvalo se afloja, las papadas son más visibles, al igual que los pliegues de amargura y los surcos. El levantamiento del óvalo de la cara permite compensar estas antiestéticas desgracias.
Con el tiempo, se observa un envejecimiento generalizado de la cara y el cuello.
Las curvas que hasta ahora eran armoniosas se fragmentan y la apariencia general de la cara se aplana….